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INDÍGENAS DEL TERRITORIO URUGUAYO


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Caracteres generales | Los guaraníes | Los charrúas | Los chanás
Los bohanes | Los guenoas | Los yaros


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Las poblaciones indígenas del Uruguay

Desde el punto de vista de la población aborigen que lo ocupó en épocas anteriores al descubrimiento del Río de la Plata, el actual territorio del Uruguay debe ser considerado integrándolo en un área más extensa, configurada por las planicies que abarcan las cuencas de los grandes ríos Paraná y Uruguay desde sus fuentes en el sur del Brasil actual y sus afluentes, principalmente el Río Negro.

Esas poblaciones indígenas son todas ellas integrantes de un gran grupo étnico y lingüístico al que se designa como “guaraní-tupí”, del cual en realidad se conoce bastante poco. Ocuparon en el sur del continente americano de la costa atlántica, en forma relativamente dispersa, un vasto territorio que puede situarse hacia abajo de la selva amazónica, desde el sur de la desembocadura del Río Amazonas, hasta algo al sur del Río de la Plata, y desde la costa del océano hasta una distancia no muy definida al oeste del Río Paraná, que abarcaba buena parte del actual territorio del Paraguay.


Por lo general se distingue entre los pueblos que habitaban el continente americano antes del descubrimiento, haciendo una diferenciación según su grado de desarrollo cultural.

En un grado más primitivo, se sitúan los pueblos indígenas que permanecían en el nivel de los que procuraban su sustento mediante la caza, la pesca o la mera recolección de frutos y vegetales silvestres, y que generalmente no se asentaban en un lugar, al menos en forma permanente o muy duradera; por lo que eran nómades. Eran pueblos que no tenían un orden social estructurado, con alguna forma de autoridad central, sino que por lo general conformaban agrupamientos al nivel de la horda o de la tribu; ni una religión o creencias de carácter sobrenatural evolucionadas, con dioses plenamente identificados, sino que asigaban índole religiosa a las fuerzas naturales que se les imponían.

En un nivel cultural superior, se encontraban aquellos que además de haber aprendido a realizar cultivos agrícolas — por lo común en base a una planta determinada — se integraban en comunidades sedentarias - es decir que se radicaban en un lugar en forma permanente - y convivían en poblaciones bastante numerosas instaladas en asentamientos equiparables a ciudades, viviendo en habitaciones construídas al menos parcialmente con materiales sólidos, generalmente de piedra; así como tenían una forma de organización social superior a la de la familia, en la que podía distinguirse un sistema de gobierno, aunque fuera rudimentario. Estos pueblos, asimismo, solían tener una religión estructurada, con dioses dotados de identidad, en algunos casos representados con imágenes de forma humana; y, sobre todo con una organización sacerdotal más o menos diferenciada.

Entre estos pueblos indígenas de la América precolombina, que habían alcanzado niveles más avanzados de evolución cultural, tecnológica, religiosa y social, se cuentan los Mayas, los Aztecas y los Incas.


Los indígenas que habitaban el área geográfica poblada por los pueblos guaraníes se encontraban en un nivel de desarrollo general inferior al de esos otros pueblos de la América primitiva; ya que no habían superado la etapa de meros nómades recolectores de alimentos naturales, por lo que vivían básicamente de la caza y la pesca, y de la utilización de vegetales de crecimiento espontáneo. Como consecuencia, no habían desarrollado habitaciones estables ni de relativa solidez; como tampoco poseían armas mucho más evolucionadas que las resultantes del empleo de ramas de árboles o piedras, y el arco y las flechas. Habían llegado a dominar el fuego, que utilizaban para calentarse en tiempos de frío y para cocinar sus alimentos; También parece - atendiendo a algunos hallazgos arqueológicos - llegaron a disponer algunos elementos de cerámica de uso doméstico, como ollas, vasijas y algunas urnas funerarias. Por supuesto, no conocían la escritura.

Hasta que los europeos introdujeron el ganado vacuno y caballar, la fauna autóctona no comprendía casi animales de cierto porte y utilidad; con la relativa excepción de los avestruces, que se supone cazaban empleando las boleadoras: juego de tres esferas de piedra atadas a una especie de cordeles unidos en el otro extremo, teniendo en la mano el cual eran giradas en el aire y luego lanzadas para enredar las patas del ave corredora, incapaz de volar. Otras especies que podrían haber cazado, pueden mencionarse la perdiz, la nutria, o el capincho; aunque seguramente su captura no debió serles muy factible.

En cuanto a los vegetales, al parecer utilizaban en su alimentación algunos frutos silvestres que proveía la poco variada flora autóctona, entre los que se menciona habitualmente el burucuyá, el arazá, la pitanga y el butiá.

Casi no usaban vestimenta, por lo que cabe presumir que la piel y plumas del avestruz — y excepcionalmente de otros pequeños animales silvestres — fueron casi los únicos elementos con que contaron para confeccionarse abrigos y cubrir sus precarias viviendas; por lo menos hasta que dispusieron de los cueros vacunos. Obviamente desconocieron el comercio, ni siquiera al nivel del trueque.

No conocían los metales, por lo cual todo sus instrumental, ya fueran armas o utensilios, eran de piedra o de ramas; utilizando para confeccionar instrumentos para raspar o punzar, una piedra cristalizada, la sílice, trabajada por percusión para construir bordes afilados.


Características generales de los primeros pobladores del Uruguay

    • Poblamiento tardío - Alrededor de 12.000 años de antigüedad.

    • Desarrollo correspondiente al nivel del Paleolítico inferior

    • Luego cazadores y recolectores (Depto. de Artigas)

    • Agricultores primitivos (Depto. de Río Negro)

    • Pulido de la piedra (Boleadoras, Morteros y Rompe-cabezas)

    • Trabajos con otros materiales (huesos, madera, cerámica)


Los pueblos del tronco étnico guaraní estaban dispersos en el territorio mencionado, y en gran medida formando núcleos al parecer muy desconectados unos de otros. En realidad, casi nada es posible conocer de ellos en relación a épocas anteriores a los siglos XV y XVI, cuando llegaron los españoles. Los únicos rastros que quedaron de ellos - especialmente en el actual territorio uruguayo - son algunos yacimientos arqueológicos compuestos sobre todo por puntas de lanzas y esferas de boleadoras hechas de piedra granítica, y algunos restos de utensilios cerámicos primitivos.

Por otra parte, la colonización de las zonas del Río de la Plata no tuvo inicialmente las características de explotación territorial y económica que, en otras zonas del continente americano, llevaron a incorporar a los indígenas a su estructura; bajo sistemas tales como las encomiendas, la mita y el yanaconazgo, como formas de utilizar su mano de obra en haciendas ganaderas o agrícolas. Solamente bastante tiempo después de la llegada europea a la zona del Plata, se organizaron las misiones evangelizadoras encabezadas por los religiosos jesuítas; que iniciaron cierto proceso de civilización de los indígenas, aunque no llegó a integrarlos a la sociedad colonial.

De tal manera, se conoce que existían diversos agrupamientos que pueden considerarse de carácter tribal, localizados en diversas zonas del territorio antes mencionado:

    Los Guaraníes - que al parecer formaban el tronco originario - habitaban las zonas semiselváticas de lo que hoy es el Paraguay; aunque al llegar los españoles los había en la zona del norte el actual Uruguay, del actual Estado brasileño de Río Grande del Sur y la región de la actual Provincia de Buenos Aires.

    Otra tribu, los Guyanás ocupaban los territorios comprendidos entre la laguna De los Patos, y el sur del Río Uruguay a partir de sus fuentes, hasta el cauce curvado hacia el norte y el oeste de su afluente el Río Ibicuy; en el sur del Brasil, hacia donde parecen haber sido desplazados por migraciones guaraníes provenientes del oeste.


Propiamente en el actual territorio uruguayo se encontraban la tribu de los Chanás, sobre la costa del Río de la Plata y siguiendo el curso del río Paraná en la actual mesopotamia argentina. En el territorio actual del Uruguay, habitaban ambas costas del Río Uruguay en su curso inferior, el delta del Río Negro, y costas del Río de la Plata.

Fronterizos con ellos hacia el norte, el principal grupo indígena que poblaba ese territorio este de la mesopotamia argentina a ambos lados del Río Uruguay, eran los Charrúas que dentro de actual territorio uruguayo ocupaban el área al norte y al sur del Río Negro, y se acercaban a la costa en el actual Departamento de Rocha. La costa argentina del Río Uruguay al norte de la desembocadura del Río Negro, la ocupaban los Minuanes. La zona de los actuales Departamentos de Río Negro y Durazno era ocupada por la tribu de los Yaros; en tanto que los Bohanes ocupaban aproximadamente los Departamentos de Paysandú y Salto, y los Guenoas la zona de los Departamentos de Tacuarembó, Treinta y Tres y Cerro Largo.

Se considera de tanto los yaros, como los guenoas, bohanes y minuanes eran grupos de los propios charrúas. Lo cierto es que hacia la iniciación de la época colonial habían quedado prácticamente confundidos con ellos; del mismo modo que en los primeros tiempos de la colonización, empujados por los colonos entre otros motivos, se fueron desplazando continuamente de sus asentamientos originarios y por lo mismo confundiéndose cada vez más, por lo que usualmente se les ha designado genéricamente como charrúas.

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Los Guaraníes

Los pueblos guaraníes eran numerosos en la época precolombina, y ocupaban un área extensa, en el norte del río Uruguay, actuales zonas de la Provincia de Sante Fé Misiones y Chaco (Rca. Argentina), Paraguay y sur del Brasil (Río Grande del Sur, aproximadamente); y también territorios costeros de la orilla sur del Río de la Plata y del Océano Atlántico.

Eran comparativamente más adelantados que los demás indígenas del oriente sudamericano, habiendo alcanzado a realizar algunos cultivos rudimentarios - nada cercano a la agricultura del maíz de los incas peruanos - a confeccionar mejores utensilios, acondicionar las pieles y cueros, a hilar y tejer algunas fibras como probablemente el algodón, y a navegar habilmente los ríos y lagunas. También criaban algunos animales de utilidad alimenticia; y en sus aldeas existió cierto principio de división del trabajo, especialmente en las habilidades artesanales.

De los pueblos indígenas de esta parte del continente, son los que han dejado más huellas hasta los tiempos actuales, especialmente en nombres de lugares; y en el idioma guaraní que sigue siendo utilizado ampliamente en el Paraguay, conjuntamente con el español. También hay muchos resabios de ese idioma en el habla del sur del Brasil, especialmente en el interior.

    • Eran cultivadores, vivían en aldeas

    • Utilizaban como instrumentos de labranza azadas y palos

    • Cultivaban maíz, trigo y calabazas

    • Domesticaban animales e hilaban el algodón

    • Colocaban sus muertos en urnas de cerámica

    • Creían en un ser superior, al cual llamaban “Tupá”; y practicaban la antropofagia ritual

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Los Charrúas

Provenientes al parecer de la zona pampeana, ocupaban un área cercana al Río de la Plata, actuales Departamentos de Rocha, Maldonado y Montevideo, aproximadamente; en tanto que en la costa de los actuales Departamentos de San José y Colonia estaban los chanás, provenientes del mismo tronco étnico. Por el oeste lindaban con los territorios ocupados por los yaros; pero hacia el norte se encontraban separados por una vasta zona desploblada, de los asentamientos más avanzados de los guaraníes que ocupaban el actual territorio sur del Brasil, hacia la cual fueron desplazándose progresivamente a medida que avanzaba la colonización y también como consecuencia de diversos movimientos militares durante la época revolucionaria.

Originariamente muy belicosos, se les atribuye haber dado muerte al navegante español Juan Díaz de Solís, cuando desembarcara sobre la costa en el viaje que comandaba, y que produjo el descubrimiento del Río de la Plata. Destruyeron todos los primeros establecimientos de los colonos, generalmente de construcción ligera; lo que produjo en buena medida que el territorio al oriente del Río Uruguay fuera dejado yermo por los colonizadores españoles afincados en Buenos Aires; y que solamente Hernando Arias de Saavedra desembarcara allí unos cuantos ejemplares de ganado vacuno, para dejar que se reprodujera espontáneamente.

Por eso mismo, el territorio por el cual vagaban los charrúas no fue atendido, hasta que los portugueses fundaron la Colonia del Sacramento, llevando a que se decidiera construir una posición muy fortificada en la bahía de Montevideo, lo que determinó que los indios se alejaran de la costa, hacia el norte; absorbiendo y extinguiendo a las poblaciones de los yaros y los bohanes.

Posteriormente, con el progresivo asentamiento de colonos y el desarrollo de “estancias” ganaderas cada vez más hacia el norte, las poblaciones indígenas más rudas — que no se integraban en las actividades ganaderas ni se mestizaban — se mantuvieron en gran medida dentro de los altamente despoblados territorios; depredando los ganados y a menudo agrediendo a los pocos colonos. Lo que llevó a la constitución en Montevideo del Cuerpo de Blandengues para combatirlos — en el cual se creó un “batallón de pardos y mulatos” integrado por esclavos liberados, y mestizos de diversos orígenes.

Según parece, eran de fuerte complexión física, siendo su talla algo superior a la media de los españoles; generalmente delgados, y con un color de piel muy oscuro, ojos negros, y al parecer estaban dotados de excelente sensibilidad visual y auditiva. No tenían barbas aunque sus cabellos eran muy negros, aún en los ancianos, se mantenían espesos no obstante la edad; y los llevaban muy largos ya que no los cortaban, aunque solían atarlos con alguna especie de cordel, adornándolos con plumas, como también usaban vincha.

Su organización social era en grupos tribales, compuestos de una decena de familias, o poco más; y tenían un jefe o cacique, cuya principal función era dirigirlos en combate. Sus alojamientos consistían en simples tolderías, que construían con un armazón hecha con algunas ramas verdes de árboles, que curvaban hincando en tierra ambos extremos, cruzando unas con otras y colocando sobre ellas cueros de vaca, a donde penetraban por un escaso agujero. Normalmente iban desnudos, aunque en épocas de frío vestían algún cuero al que hacían un agujero para pasar la cabeza (antecedente del “poncho” gaucho); y solamente en los últimos tiempos usaron algunas telas obtenidas de los colonos. Carecían de todo aseo o costumbre de bañarse, por lo que exhalaban un verdadero tufo.

Considerando que casi todos los elementos de que se servían en la época de la colonización, provenían del ganado introducido por los españoles, es de suponer que antes de su llegada su cultura y condiciones de vida hubieron de ser totalmente primitivas.

Los caracteres principales de su grado de desarrollo pueden resumirse así:

    • Formaban grupos de cazadores, recolectores y “pescadores”

    • Usaban como armas el arco, flechas, boleadoras y “rompe-cabezas”

    • Practicaban un comercio primitivo

    • Se agrupaban en familias y tribus

    • No conocían la propiedad individual

    • Tenían una división del trabajo por sexo y por edad

    • Habitaban viviendas de juncos, ramas y cueros

    • Reconocían la autoridad de un jefe o cacique, especialmente en el combate

    • Usaban una vestimenta primaria, el “quillapi”

    • Tenían creencias muy primitivas:

      • el espíritu maligno “gualicho”

      • en una vida de ultratumba, por lo que hacían enterramientos colectivos, los “cerritos de indios”

      • Se practicaban mutilaciones en señal de duelo.

A estar a los relatos de Félix de Azara —- escritor naturalista español que estuvo en Montevideo a partir de 1781 y que siendo ingeniero de tierras fue auxiliar de Artigas en sus actividades como Capitán de los Blandengues — en su libro “Viajes por la América meridional”, su comportamiento cultural era muy tosco, sin que tuvieran una religión o adoraran alguna fuerza de la naturaleza; ni practicaran danzas o cantos. Sus gestos eran monocordes, sin que siquiera expresaran alegría con risas.

Hablaban una lengua particular, aunque derivada del guaraní; de sonidos sumamente guturales, que pronunciaban moviendo escasamente los labios y empleando preferentemente la garganta y la nariz.

Habían aprendido a cabalgar “en pelo” con habilidad y lo hacían armados con una larga lanza de caña tacuara que podía alcanzar a una longitud de unos 3 metros, en cuyo extremo solían colocar un elemento afilado, hecho con planchuelas de hierro, que al parecer habían obtenido en tratos con los incursores portugueses que venían desde el Brasil. También usaban flechas cortas que llevaban reunidas y colgadas a su espalda.

Generalmente rastreaban las partidas de milicianos españoles que se adentaban en el territorio, permaneciendo siempre en sus cercanías; aunque raramente les presentaban combate. Cuando lo hacían, atacaban al galope de sus cabalgaduras, profiriendo fuertes gritos y matando a todos los hombres, para conservar como prisioneros solamente las mujeres y los niños, a quienes integraban en su grupo. Esta práctica dió motivo al argumento de una de las obras más valiosas de nuestra literatura, el poema “Tabaré” de Zorrilla de San Martín.

Por tal motivo, a pesar de su atraso cultural, durante cierta época causaron grandes dificultades a los colonizadores; y dada la imposibilidad de someterlos o asociarlos a la sociedad colonial, fueron siendo exterminados, tanto que en la época de las campañas libertadoras, quedaban apenas algunos cientos de individuos. Dice Azara que no eran más de 400.

El único ceremonial que se conoce que practicaban, era de carácter fúnebre. El muerto era conducido a una pequeña elevación del terreno, donde al parecer se inhumaba a todos los fallecidos, y se le enterraba conjuntamente con sus armas, ropas y demás objetos que le habían pertenecido; lo que originó los yacimientos arqueológicos charrúas conocidos como “los cerritos”.

A veces, parece que si el muerto lo había dispuesto así, se sacrificaba sobre su tumba a su caballo más apreciado. Las mujeres acostumbraban cortarse los cabellos en signo de duelo por la muerte de su padre, hermano, o esposo. E incluso, si el muerto era el marido, se cortaban una falange del dedo meñique o de algunos dedos más; por lo que dice Azara no haber visto ninguna mujer charrúa adulta que tuviera completos los dedos de sus manos.

Al parecer, ésa y otras prácticas de autoinfligirse lesiones, sería el origen de su nombre; ya que la palabra charrúa signicaba en lengua guaraní “los que se mutilan a sí mismos”. Eso también podría originarse en que, al decir de Azara, era costumbre que las madres perforaran el labio inferior de los hijos varones muy poco después de su nacimiento, para introducir en ese agujero un trozo de madera o “barbote”, que luego seguían usando durante toda su vida.


Se atribuye el exterminio de los últimos charrúas a una matanza efectuada por milicias al mando del Gral. Rivera; aunque en realidad, en la llamada “matanza de Salsipuedes” si bien murieron unos 40 indígenas sobre todo caciques, sobrevivieron alrededor de 300, principalmente mujeres y niños.

Sin embargo, las crónicas indican que quedaron con vida cuatro indios, de nombres Sanaqué, Tacuabé, su mujer Guyunusa y Vaimaca-Pirú; y que éstos fueron llevados prisioneros a Francia, exhibidos como ejemplares de una raza exótica y sus mascarillas incorporadas al Museo de Historia de París. También se afirma que Guyunusa tuvo una hija y que su padre Tacuabé logró escapar con ella, perdiéndose su rastro. Vaimaca-Pirú fué momificado, habiéndose devuelto su momia al Uruguay, recientemente. Estos son los individuos charrúas representados en una escultura existente en un parque de Montevideo, obra del escultor Edmundo Prati.

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Los Chanás

Los chanás habitaban ambas costas del Río Uruguay en su curso inferior, el delta del Río Negro, y costas del Río de la Plata, actuales Departamentos de Colonia, San José y muy al sur de Montevideo y Maldonado; pero principalmente se extendían en la mesopotamia argentina (actual provincia de Entre Ríos), a lo largo de ambas márgenes del Río Paraná, desde la desembocadura del Río Paraguay hasta el delta y su unión con el Río Uruguay.

Poco se conoce de ellos, salvo que eran básicamente pertenecientes al mismo grupo de los charrúas; aunque tenían algunas peculiaridades. Eran un pueblo seminómade, que se instalaban en aldeas costeras de lagunas o ríos; los que navegaban en canoas construídas con troncos de árboles, y en los que pescaban; en algunas regiones del área del Río Paraná iniciaron algunas actividades de cultivo; fabricaban una cerámica dotada de mangos y decorada, y parece que habían desarrollado algún comercio con los guaraníes.

Al igual que los otros indígenas de la zona, parece que solamente comenzaron a utilizar algunas vestimentas cuando los europeos introdujeron el ganado del cual obtener cueros; y también rudimentarias telas de algodón que serían de origen guaraní, dado que esa planta crece en los territorios cálidos del norte. Los restos arqueológicos y cerámicos sugieren un grado de avance ligeramente superior al de los charrúas.

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Bohanes, Guenoas y Yaros

Se trata de tres tribus menores, que - al igual que los minuanes - se consideran muy cercanas a los charrúas. Originarios al parecer de la zona actualmente argentina de Entre Ríos, fueron desplazándose hasta ocupar los territorios comprendidos entre los afluentes del Río Uruguay al norte del Río Negro, y al sur del Río Ibicuy; en que se encontraban a la llegada de los españoles.

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