El Tratado de Tordesillas (1494).
En la época previa al descubrimiento efectuado por Cristóbal Colón, de una ruta alternativa en dirección al oeste hacia lo que por entonces se consideró eran los territorios conocidos como La Especiería; marinos a las órdenes del Rey de Portugal habían navegado hacia el sur, bordeando el continente africano, con el mismo objetivo.
Como consecuencia de ello, surgió una situación de muy grave rivalidad entre Portugal y España, por la competencia en el descubrimiento y ocupación de los nuevos territorios; que amenazaba desatar una guerra entre ambas naciones.
Si bien uno de los motivos esenciales de las exploraciones que se realizaban por nuevas rutas y el descubrimiento de nuevos territorios era la búsqueda de las oportunidades comerciales provenientes de la obtención de las especies y otras mercaderías consideradas de lujo; también se visualizaban esas exploraciones como un medio de extender la fé cristiana entre poblaciones a las que se consideraba infieles. Esa actividad de propagación de la fé cristiana entre nuevos pueblos, obteniendo su conversión a la religión católica, se denominaba evangelización.
En 1493, inmediatamente después del descubrimiento de América, y de la existencia en su territorio de poblaciones aborígenes que habían de ser evangelizadas, el Papa Alejandro VI expidió una decisión llamada Bula Papal mediante la cual otorgó a los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, la misión de evangelizar todas las tierras descubiertas y por descubrir, que ya no estuvieran adjudicadas a otros reyes.
El Rey de Portugal que era una nación de navegantes abocada a las exploraciones en las costas de África y las rutas al Oriente consideró que la Bula del Papa Alejandro VI otorgaba a los Reyes de España un privilegio excesivo. Ante ese planteo, el Papa Alejandro VI propuso dividir los territorios a ser descubiertos entre España y Portugal, para cuyo propósito se trazaría una línea de polo a polo, que quedaría a 100 leguas que era una medida de distancias empleada en esa época hacia el oeste de las Islas Azores y del Cabo Verde; que eran el territorio más occidental de Europa, por entonces conocido.
Los portugueses que no se conformaron con esa propuesta negociaron con los Reyes Católicos un aumento de esa distancia; con lo cual en el año l494, los reyes de España y Portugal acordaron que la línea propuesta por el Papa Alejandro VI pasaría a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde.
Este acuerdo dio origen al llamado Tratado de Tordesillas designación que proviene de la población en que fue firmado, en junio de 1494 por el cual se reservó a España la evangelización, y consecuentemente la navegación, la exploración y la colonización (palabra derivada precisamente del apellido de Colón), de los territorios no conocidos situados al oeste de esa línea; y a Portugal la de los territorios situados al este de la misma.
Sin embargo, lo establecido en el Tratado de Tordesillas no era de fácil aplicación. No solamente no resultaba posible medir con exactitud la distancia de las 370 leguas sobre el océano en esa época; y menos aún hacerlo no ya a la altura de las islas del Cabo Verde sino ascendiendo o descendiendo al norte o al sur de las mismas sobre el mismo meridiano terrestre. Lo cierto es que, además, cuando se estableció esa línea, en realidad no se conocía qué territorios podrían ser atravesados por ella. Es muy probable que, en realidad, no se haya tenido un conocimiento cierto de los efectos del Tratado; por el cual Portugal vino a adquirir derechos sobre buena parte del actual territorio del Brasil.
La línea del Tratado de Tordesillas
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Lo cierto es que la línea de Tordesillas cortó el continente americano dejando en la zona reservada a Portugal el extremo oriental, que abarcaría alrededor de la mitad del actual territorio del Brasil; aproximadamente desde la desembocadura del Río Amazonas, hasta la altura del actual puerto de Santos. Sin embargo, aprovechando las dificultades para determinar con precisión ese límite, los portugueses trataron de extenderlo hacia el oeste, con lo llegaría aproximadamente a la zona del Río de la Plata.
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Esa pugna entre Portugal y España respecto a la ubicación de sus jurisdicciones delimitadas por el Tratado de Tordesillas, había de tener importantes repercusiones en relación a las acciones de ambas naciones en la zona del Río de la Plata, y especialmente en la colonización del territorio situado al este del Río Uruguay.
En el transcurso del período de la colonización, apoyándose en las incertidumbres que suscitaba la línea de Tordesillas establecida sin precisión y sin un adecuado conocimiento de sus alcances geográficos, los portugueses mantuvieron sus pretensiones de extender su dominio sobre los territorios de América del Sur; abarcando hacia el sur por lo menos hasta las costas del Río de la Plata, que permanecían sin ser efectivamente ocupadas por España.
Las disputas entre Portugal y España por el territorio situado al norte de la costa del Río de la Plata y al este del Río Uruguay, comenzaron en 1680, cuando los portugueses establecieron la Colonia del Sacramento; de la cual fueron desalojados prontamente, pero que la diplomacia portuguesa logró recuperar en 1715 mediante algunas de las condiciones con que se finalizó la Guerra de Sucesión en España.
Si bien en 1750 España y Portugal suscribieron un Tratado de Límites de sus territorios americanos, que se denominó Tratado de Madrid y también es conocido como el Tratado de Permuta debido a que Portugal aceptó la jurisdicción española en el Río de la Plata a cambio de que España entregara a Portugal los territorios del este del Río Uruguay colonizados en el norte; la indefinición en que permaneció el límite norte de la jurisdicción española, condujo a que tanto Portugal como ulteriormente el Imperio del Brasil mantuvieran aspiraciones sobre el territorio de la Banda Oriental, aún luego de desencadenado el proceso de la Independencia.
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