5 de Junio - Día Mundial del Medio Ambiente.
La designación de Medio Ambiente se refiere al conjunto de los componentes que integran la llamada biósfera, que es una capa comparativamente de muy poco espesor que circunda el globo terrestre, y que posee las condiciones que sustentan la vida de todo tipo de seres vivos.
La biósfera se compone primariamente de elementos inertes, a partir de la atmósfera, que es la masa gaseosa que envuelve la Tierra, integrada principalmente por nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, óxido de carbono y vapor de agua. La radiación solar hace que la superficie terrestre se caliente en forma variable según sus componentes (mares, áreas rocosas, etc.) y emita radiaciones de calor que a su vez calientan la atmósfera, también de diversa forma en distintos lugares. Esto genera diferencias de presión en los gases atmosféricos, lo cual da lugar a corrientes desde las zonas más frías hacia las más calientes, que generan los fenómenos climáticos, las grandes corrientes giratorias (todo lo cual se combina con el desplazamiento de la superficie a causa de la rotación de la Tierra), las turbulencias, y las tormentas.
El otro componente fundamental de la biósfera es el agua, de la cual casi su totalidad está en los océanos, y una cantidad muy menor bajo forma de hielos polares, ríos y lagos de agua dulce (proveniente de las lluvias) y en forma de nubes de vapor en el aire. También existe agua en forma subterránea, embebida en la tierra en las napas freáticas.
Otros elementos que componen la biósfera son todas las sustancias simples (como el carbono, el hierro, etc.) y las compuestas, que integran la superficie terrestre; y que en su conjunto se denominan componentes abióticos de la biósfera: sin vida.
También integran la biósfera los llamados componentes bióticos, con vida, que son todos los seres vivos vegetales, animales, microscópicos e incluso humanos; los cuales dependen para su subsistencia tanto de los componentes abióticos como de su propio conjunto y de los fenómenos que en él ocurren.
Los vegetales utilizan las radiaciones solares para producir, mediante la clorofila - que les da su color verde - una reacción química llamada fotosíntesis que combina el agua y el dióxido de carbono del aire, en hidratos de carbono que son el principal elemento alimenticio para los seres del reino animal; al mismo tiempo que libera oxígeno en el aire.
De esta manera, todos los seres vivos, pero especialmente los del reino animal, dependen para subsistir, crecer y reproducirse, de lo que se llama la cadena trófica, que es la sucesión de procesos alimenticios que se inicia con la fotosóntesis y se prolonga mediante el ciclo alimenticio de los animales hervíboros (que comen vegetales) y carnívoros (que comen otros animales).
El desenvolvimiento natural de los fenómenos que ocurren en la biósfera, establece espontáneamente un situación de equilibrio, que se denomina el equilibrio ecológico. Ese equilibrio consisten en que, a la larga, todos los componentes que se van transformando a través de los procesos climáticos y vitales que ocurren en la biósfera, vuelven a su forma original y a transformarse, permitiendo la continuidad de la vida y la evolución de las especies de seres vivos.
Además de ser considerado en su totalidad, a escala de todo el globo terrestre, el medio ambiente puede considerarse en forma parcial, abarcando solamente regiones, sectores de territorio (como el bosque amazónico), y aún áreas muy pequeñas (por ejemplo, una pecera). En este sentido, se habla de los ecosistemas; es decir de sistemas de dimensiones definidas y de extensión variable, dentro de los cuales se reproducen las condiciones de interdependencia de los componentes bióticos y abióticos que lo integran, generando una forma particular de equilibrio ecológico.
La conservación del medio ambiente, que es el objetivo en vista de cual se ha instituído el Día Mundial del Medio Ambiente, atiende a procurar que diversas actividades humanas no alteren el equilibrio natural de la biósfera, pudiendo generar condiciones que terminen afectando el equilibrio ecológico de tal manera, que pueden llegar a poner en peligro la supervivencia del muchas especies de seres vivos, la integridad de la cadena trófica, y la propia existencia de la vida, incluso la del hombe, sobre el planeta que habitamos.
Entre los principales fenómenos que afectan la estabilidad natural del medio ambiente a causa de la acción humana, cabe mencionar:
El calentamiento de la atmósfera, también conocido como efecto de invernadero. Este fenómeno ha surgido fundamentalmente a partir de la Revolución Industrial, en los últimos siglos, como consecuencia de la gran intensificación en el uso de fuentes de energía basadas en los combustibles fósiles, especialmente el carbón mineral, y el petróleo y sus derivados.
La combustión de esos productos, incrementa la cantidad de gas dióxido de carbono en la atmósfera, que ha aumentado en alrededor de un 30% en los últimos 200 años. Como el dióxido de carbono es el que retiene en la atmósfera el calor irradiado por la Tierra luego de su calentamiento por la radiación solar, una mayor cantidad de ese gas impide su enfriamiento lo que aumenta la temperatura global. Algunos científicos aseguran que desde mediados del Siglo XIX la temperatura media del globo terrestre ha aumentado en 1 grado centígrado; y ese aumento podría llegar hasta a 6 grados hacia el año 2050.
Los efectos negativos de tal fenómeno serían de gran importancia. El aumento de temperatura de los océanos provocaría el derretimiento de los hielos de los polos, lo que aumentaría el nivel de los mares lo suficiente como para inundar muchas grandes ciudades. Sin embargo, no existe ni remotamente coincidencia de opiniones científicas en cuanto a este tema; e incluso, algunos señalan que, aunque eso ocurriera, la cantidad de agua contenida en los hielos polares es infinitamente pequeña en relación al volumen oceánico, como para producir tal efecto. De cualquier manera, un aumento permanente de la temperatura de las aguas oceánicas y de la atmósfera, podría causar efectos climáticos muy severos, similares a los originados en el conocido fenómeno de El Niño.
La tala de la selva amazónica La selva de la cuenca del río Amazonas, constituye la concentración vegetal más grande del mundo, por lo cual, a causa de la producción de oxígeno que aporta a la atmósfera, se la ha llamado el pulmón del mundo. Sin embargo, en años recientes se ha intensificado en gran medida la tala de sus bosques, para disponer de la tierra a fines de cultivo y otras explotaciones. Los conservacionistas del medio ambiente, insisten frecuentemente en que ello significa una disminución demasiado grande de las áreas verdes, que puede significar una reducción del aporte de oxígeno a la atmósfera; además de que afecta el lugar en que habitan diversas especies vegetales y animales que no podrían subsistir fuera de esa selva. También existen quienes señalan que, paralelamente, el hombre produce grandes extensiones de bosques artificiales de árboles con utilidad industrial, que compensan y superan los talados en el Amazonas.
Las lluvias ácidas. Además del efecto invernadero, la quema de combustibles fósiles genera una serie de productos que se incorporan en la atmósfera, y que se disuelven en el vapor de agua que forma las nubes o en las gotas de lluvia que van cayendo a tierra. Algunas de esas sustancias, como los óxidos de azufre o de nitrógeno, producen en el agua de lluvia un componente de acidez, que determina que al precipitarse a tierra y derramarse hacia los ríos y lagunas, o penetrar en las napas subterráneas, produzcan efectos nocivos en las plantas y cultivos, en la fauna de peces y mariscos, o en los organismos microscópicos de que ellos se alimentan. Igualmente, aún en las ciudades, el agua de las lluvias ácidas causa grandes perjuicios, porque corroe los metales de los edificios, puentes, etc.
La contaminación atmosférica. Además de los efectos antes indicados, en particular la combustión de los motores a explosión que utilizan derivados de petróleo, expele gases que contaminan el aire de las grandes ciudades y causa grandes perjuicios en las vías respiratorias de sus habitantes. Ciudades que están situadas en lugares rodeados de montañas o en las que no son frecuentes vientos que remuevan el aire, padecen un efecto de contaminación que es particularmente visible cuando se llega a ellas desde el aire, por avión y es visible el color amarillento verdoso de su atmósfera.
Habitantes de ciudades como Santiago de Chile, Barcelona, Londres o Río de Janeiro, padecen un índice de afecciones respiratorias mucho mayor del normal, a consecuencia de esa forma de contaminación; que incluso ha llevado a que en algunos momentos las autoridades - como en Santiago de Chile - prohiban parcialmente la circulación de automóviles en algunos días de la semana.
Otro fenómeno de contaminación similar - aunque actualmente bastante disminuído - es la mezcla de gas proveniente de la combustión de las estufas caseras de carbón mineral neblina, conocida como smog (combinación de las palabras inglesas smoke y fog, que en particular afectara a la ciudad de Londres en los días de invierno.
El agujero del ozono. El ozono es un gas cuya molécula está compuesta de tres átomos de oxígeno, que por encima de la atmósfera - en la estratósfera - se forma a consecuencia de las descargas elétricas que se producen en las tormentas. El efecto principal que tiene esa capa de gas ozono, es que filtra un tipo de radiaciones solares - los rayos ultravioletas llamados también UV - que son perjudiciales para los seres vivos; considerándose que la exposición de la piel humana a ellas puede dar origen a cáncer de la piel.
En años recientes, (1984) se detectó una importante disminución de la concentración de ozono en la atmósfera situada sobre el polo sur terrestre, y territorios aledaños, el continente antártico, el sur del continente americano, y mares circundantes. Ese efecto, ha sido atribuído al uso de ciertos gases elaborados artificialmente a partir del fúor, - los fluorocarbonos clorados, designados CFC - que por sus propiedades han sido empleados durante muchos años en los equipos de refrigeración y como propelente de los envases llamados aerosoles, en inglés spray. Esos gases, al salir de sus recipientes e incorporarse a la atmósfera, derivan hacia las capas superiores y como consecuencia de la rotación terrestre se concentran en las zonas polares, donde reaccionan contra el ozono disminuyendo su concentración.
Por ese motivo, el 16 de setiembre de 1987 se formalizó un Tratado internacional, llamado Protocolo de Montréal por la ciudad del Canadá en que se realizara la Conferencia donde se trató el tema. Este Tratado establece el compromiso de todos los países de reducir la emisiones de los fluorocabonos clorados CFC, tratando de eliminarlos totalmente para el año 2008. En consecuencia, el 16 de setiembre es considerado el Día Internacional de la preservación de la capa de ozono.
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